TEXTO: INE LANFRANCHI (MARÍA INÉS LANFRANCHI). ILUSTRACIONES: FERNANDO MOLINARI.
PÁGINAS: 128.
TEXTO DE CONTRATAPA:
Esta obra, antes que ninguna otra instancia, resulta de una labor conjunta. Una que pone a dialogar las palabras y las imágenes. Una, que más profundamente, deviene del propósito de generar un diálogo con los límites de lo real, con los aspectos invisibles de la existencia, buscando en ese movimiento ahondar en las dimensiones del ser.
Los seres mitológicos que pueblan estos relatos transitan la liminalidad entre el día y la noche, lo cotidiano y lo sagrado, lo real y lo fantástico. Guardianes, bautizos, metamorfosis y portales son algunos de los indicios que María Inés Lanfranchi nos deja en esta narrativa y Fernando Molinari ha representado con su arte visual, invitándonos no solo a realizar la lectura, sino fundamentalmente, a transitar un rito de paso.
Acercarse a estos mundos requiere un esfuerzo, una transformación, un estiramiento. Los seres mitológicos no se ven... se sienten, se huelen, se intuyen en el latido y en la respiración compartida.
TEXTO: INE LANFRANCHI (MARÍA INÉS LANFRANCHI). ILUSTRACIONES: FERNANDO MOLINARI.
PÁGINAS: 128.
TEXTO DE CONTRATAPA:
Esta obra, antes que ninguna otra instancia, resulta de una labor conjunta. Una que pone a dialogar las palabras y las imágenes. Una, que más profundamente, deviene del propósito de generar un diálogo con los límites de lo real, con los aspectos invisibles de la existencia, buscando en ese movimiento ahondar en las dimensiones del ser.
Los seres mitológicos que pueblan estos relatos transitan la liminalidad entre el día y la noche, lo cotidiano y lo sagrado, lo real y lo fantástico. Guardianes, bautizos, metamorfosis y portales son algunos de los indicios que María Inés Lanfranchi nos deja en esta narrativa y Fernando Molinari ha representado con su arte visual, invitándonos no solo a realizar la lectura, sino fundamentalmente, a transitar un rito de paso.
Acercarse a estos mundos requiere un esfuerzo, una transformación, un estiramiento. Los seres mitológicos no se ven... se sienten, se huelen, se intuyen en el latido y en la respiración compartida.